De cada cien murcianas y murcianos, cuarenta son jóvenes menores de treinta y cinco años, en ésta Región de Murcia que se ha cargado ya a dos generaciones de trabajadores y trabajadoras que viven con sus familiares. O en la indigencia. Miles de jóvenes desempleados cuyo futuro no es optimista.
Es un futuro cargado de oscuros presagios que viene desde las universidades, los colegios, institutos y escuelas de enseñanza básica. Es sin duda, el problema más grave con el que se enfrenta una sociedad que se pregunta qué soluciones dan los políticos regionales, políticos de partido, cuyas juventudes de partido se dedican a sus carreras políticas y poco más.
En este panorama viven inmersos millones de zagales, a escala nacional y regional, que son manipulados e instrumentalizados para que se conviertan en estatuas de madera para no molestar a sus mayores, como hemos podido comprobar en Murcia en estos últimos días, incluso presionados para que no se manifiesten apoyando a sus profesores o pidiendo mayor calidad en las enseñanzas que nos han conducido al fracaso escolar, un fracaso escolar que nace de un claro fracaso del sistema de las administraciones públicas que dirigen los políticos, y no del profesorado como tratan de culpar.
La masa juvenil que estudia con mal futuro, y la masa juvenil anclada en el paro más indecente, que machaca a unos jóvenes españoles que tienen que emigrar a otras regiones u otros países europeos, en competencia con la juventud procedente de los continentes subdesarrollados.
Nos gustaria pedir otro estallido social, laboral, económico y cultural de características similares al mayo francés del año 1968, pues sí, desde Falange Española estamos dispuestos a apoyar todas las legítimas reivindicaciones y aspiraciones de nuestra juventud murciana indignada por una situación crítica que sufren ellos, sus familiares y nuestra sociedad, convertida en una máquina de desempleados sin opción ni a pensar.
Para terminar este comentario que quiero que sea realista, decimos desde FE que ha llegado la hora de la verdad para que dejen de mentir y hacer falsas promesas los que tienen responsabilidades materiales, e incluso espirituales.
Samuel Jiménez Espinosa
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