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jueves, 27 de marzo de 2014

Suárez. El traidor entre los traidores.

Por el Jefe de Información y Prensa del Sindicato Trabajadores Nacional Sindicalistas, Jesús Muñoz.
   Adolfo Suárez ha sido, quizás, el personaje más funesto de la historia de España de los últimos 75 años, solo igualado por su compañero de viaje durante unos años, Juan Carlos de Borbón.
Si oigo o leo la palabra traidor, inevitablemente, me viene a la cabeza inmediatamente este tipo, que espero que algún día la Historia le haga el juicio que se merece ya que, por desgracia, no ha habido un tribunal civil o militar que lo juzgara en vida por alta traición, y por destruir una nación en tiempo record, desde mediados de 1976 hasta enero de 1981.
No sólo fue un traidor a lo que había sido, falangista con camisa azul, hombre del régimen franquista al que juró fidelidad y lealtad varias veces -perjuros cómo él ha habido muchos, demasiados-sino también traidor a una nación que inició su declive por culpa de este sujeto letal para España.
Suarez no sólo no supo o no quiso resolver problemas, como le ha ocurrido al resto de presidentes del gobierno que le sucedieron, sino que los problemas los creaba él allá donde no los había. Suárez ha sido el generador de problemas más importante de España de todos los tiempos, Zapatero a su lado tan sólo ha sido un humilde aprendiz.
Casi todo lo malo que ocurre en España hoy, lo inició, lo trajo, lo inventó o lo potenció esta desgracia que hemos tenido en forma de Presidente del Gobierno en sus menos de cinco años de mandato.
Voy a omitir su biografía ya que estarán los oyentes hartos de escucharla estos días, biografía en la que resalta, hasta para los que lo elogian, su carácter conspirador, embustero y traidorzuelo, pero claro, como conspiró, mintió o traicionó en bien de la democracia, se le perdona todo, bueno, se le perdona y se le sube a los altares democráticos.
Pero sí quería enumerar lo que no nos cuentan los que estos días hacen programas o declaraciones elogiosas hasta la náusea que, no sólo mienten u ocultan datos y hechos, sino que hacen de este siniestro personaje algo así como un enviado de Dios al que nunca le podremos pagar todo lo que hizo por España, la España que destrozó mientras tuvo fuerzas para hacerlo. Vamos allá:
En materia de empleo, cuando Adolfo Suárez llega a la presidencia del gobierno, en España había poco más de 500.000 parados, un 4,41% de la población activa, cuando dimite, o le hacen dimitir, deja 2.286.000 parados, una tasa de desempleo del 16,61%, es decir la multiplica por cuatro.
En cuanto al terrorismo, éste ya existía en 1976, pero aparte de ser mínimo, era perseguido implacablemente en la calle, en los tribunales y en las instituciones. Con su llegada al poder en 1976 hay 18 asesinatos terroristas, en 1977 son 27 los asesinados, en 1978 ascienden a 85 los muertos por actos terroristas, en 1979 se asesina a 117 españoles, cifra que asciende a 119 en e1 año 1980, eso sin contar los 83 muertos en el Hotel Corona de Aragón tras un atentado de ETA que Suárez impidió que se considerara como tal. En 1981, tras la dimisión de Suarez y el autogolpe del 23-F los asesinatos terroristas todavía son 32, 5 de ellos en el mes que Suárez fue presidente.
Pero no sólo hubo cientos de asesinatos, casi todos perpetrados por la ETA y el GRAPO, además se prohibían las manifestaciones contra el terrorismo y los funerales por las víctimas, los muertos eran sacados por las puertas de atrás, de madrugada y a escondidas, de iglesias y cuarteles, se arrestaba o detenía a los que pedían justicia y firmeza, mientras se apoyaba institucionalmente a los terroristas e incluso se aprobó la Ley de Amnistía de 1977 que aparte de blindar a genocidas como Carrillo, puso en la calle a cientos de terroristas, muchos de los cuales volvieron a asesinar.
Si hablamos de separatismo hay que recordar que Suárez se inventa las autonomías y las nacionalidades, las plasma en la Constitución de 1978, comienza el reparto de competencias letales para España y de aquellos polvos tenemos estos lodos actuales, que se han convertido en mortales arenas movedizas.
Con Suárez empieza la pérdida de derechos sociales y laborales para los españoles, con los Pactos de la Moncloa (1977) y el Estatuto de los Trabajadores (1980) llega el despido libre, se deroga toda la estructura del Movimiento Nacional que apoyaba a las empresas públicas y defendía a trabajadores y pequeños empresarios, se dota de poder, medios y dinero a los sindicatos UGT y CCOO y se inventa el Impuesto Sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) con el fin de recaudar muchos más impuestos a los españoles que pudieran sufragar los sueldos de decenas de miles de políticos profesionales como Suárez (que no lo olvidemos, se traslada a vivir a un palacio, el de la Moncloa), que desde entonces no han dejado de vivir a nuestra costa.
En materia de tráfico y consumo de droga, España pasó de ser un país donde estos delitos eran casi anecdóticos, a ser la nación más atacada por todo tipo de drogas y más benévola con los narcotraficantes de todo tipo, mientras se asesina poco a poco en vida a nuestra juventud.
Se otorga un poder omnímodo a los partidos políticos, incluido el Partido Comunista que se legaliza, un Sábado Santo para más INRI, pese a haberse prometido que no sería nunca legalizado, mintiendo a los españoles en general y a los militares en particular, preparando para ello el terreno con el autoatentado de los abogados laboralistas de la calle Atocha del 24 de enero de 1977.
Comienza una oleada de cierre de empresas y conflictividad laboral, que desmantela el tejido industrial y empresarial español, beneficia al capital extranjero y España pasa de ser la 9ª potencia mundial a una nación en absoluto declive social y económico.
Nace el problema, inexistente hasta ese momento, de la vivienda y el español comienza a tener complicado el adquirir una casa bien como propietario o en régimen de alquiler, e incluso empieza a ser complicado su mantenimiento por el aumento de gastos e impuestos unido al enorme incremento del coste de la vida y la inflación.
Se inicia un periodo de división entre los españoles que tenían ya superada y casi olvidada la guerra civil, comienzan enfrentamientos violentos por motivos ideológicos y políticos que hacen de la transición un periodo extremadamente sangriento y separador, que en nada se asemeja a lo que nos pintan como una modélica transición pacífica y ejemplar.
Se empieza a legislar para fomentar la destrucción de la familia y la cultura y tradición hispana tanto en materia educativa, como moral, cultural, ética y de información.
España pasa de ser de los países más seguros del mundo y con tasas de delincuencia irrisorias, a una nación carente de orden público que se va convirtiendo en un paraíso para los delincuentes de todo tipo, condición y nacionalidad que además son mimados por la justicia.
En el ámbito de influencia y peso internacional, España pasa de ser una nación respetada, quizás poco querida en algunos ambientes internacionales, pero por su condición de no doblegarse a cualquier precio ante cualquier organismo o estado, a una nación de la que cualquier dirigente mundial, incluso del tercer mundo obtiene lo que quiere con la condición o simple promesa de que se nos otorgue la vitola de país democrático, firmándose acuerdos bilaterales o supranacionales totalmente lesivos para nuestros intereses.
Y hasta Marruecos, tras el éxito reciente de la Marcha Verde con la traición de Juan Carlos de Borbón como Jefe de Estado en funciones, con Franco agonizante, se crece y pasa de estar en posición de firmes y temeroso ante España, a influir decisivamente en nuestro día a díay hacer claudicar a España en materia de comercio, pesca y territorialidad, comenzando la invasión de Ceuta y Melilla que no ha cesado desde entonces.
Podría estar todo el programa hablando delo tóxico y nocivo que fue el “Duque de sí mismo” para España, y aunque por motivos de tiempo es lógicamente imposible, creo que sería necesario aunque sólo fuera para intentar contrarrestar todas las mentiras que se están vertiendo estos días, y las que nos quedan por ver y escuchar.
Mienten en todo, incluso en que era y es alguien querido por todos, cuando la realidad es que en 1981 le detestaban desde el rey hasta sus compañeros de partido (recordemos que le echaron del partido que él mismo había fundado y con el que había ganado dos elecciones generales), pasando por todas las instituciones y grupos de poder que le prepararon el autogolpe del 23-F. Digan lo que digan, todos le aborrecían, casi todos lo demostraban y prácticamente todos le abandonaron.
Fuente: www.lafalange.org

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