El 10 de febrero de 1943 se produce en los arrabales de Leningrado el más sangriento hecho en el que intervino la División Azul y la última gran batalla en la que un Ejército Español interviene en Europa: La batalla de Krasny Bor, donde 5.900 soldados de la División Azul encuadrada en la Division 250 del Ejército alemán, hicieron frente a un total de 44.000 soldados de infantería soviéticos y dos regimientos acorazados con aproximadamente 100 carros de combate. Se producen casi 4.000 bajas entre los españoles, pero se consigue detener el avance haciendo fracasar la ofensiva soviética y causando entre 11.000 y 14.000 bajas al Ejército Rojo. Cerca de 300 españoles cayeron prisioneros.
División Azul concentró en Krasny Bor a 5.900 españoles, la mayoría veteranos de la Cruzada y muchos de ellos miembros de Falange. No sólo eran numéricamente muy inferiores al enemigo, sino que sólo contaban con armamento de infantería ligera. En el ala más izquierda se desplegó al 263º Regimiento de Infantería “Vierna”, en el sector central al 269º Regimiento de Infantería “Esparza” y en el ala derecha al 262º Regimiento de Infantería “Pimentel” junto al 250 Batallón de Reserva. Por detrás, en la segunda y tercera línea de defensa, aguardaron el 250 Batallón de Zapadores, el 250 Grupo Antitanque, el 250 Grupo de Exploración y la 250 Compañía de Esquiadores. Al mando de todas estas fuerzas quedó el general Emilio Esteban Infantes, un militar originario de Toledo, quién en 1936 había escapado de milagro a punto de caer prisionero por los comunistas y que más tarde fue veterano de las Batallas de Brunete y Teruel.
La batalla comenzó a las 7:00 de la mañana cuando toda la artillería soviética abrió fuego sobre las posiciones españolas, en ese momento 800 cañones junto a morteros y los famosos “órganos de Stalin” o “Katyusha” (lanzacohetes montados sobre camiones, de escasa precisión pero que crean un gran volumen de fuego) comenzaron a machacar sistemáticamente las trincheras españolas. Al fuego de la artillería se sumaron varias pasadas de la aviación rusa ametrallando las trincheras españolas. El bombardeo se prolongó durante unas dos horas, tras las cuales las piezas rusas empezaron a alargar el tiro para permitir a sus tropas lanzarse al asalto.
En cuanto los rusos empezaron a avanzar los españoles salieron de sus búnkeres bajo tierra y se aprestaron a situar sus ametralladoras para frenar a la infantería enemiga. Los rusos que no esperaban supervivientes tras el bombardeo comenzaron a sufrir numerosas bajas (el bombardeo había destruido trincheras, posiciones y puestos de mando, causando en algunas unidades hasta un 50% de bajas, contando entre ellas oficiales que fueron muertos al principio del bombardeo cuando se hallaban en labores de vigilancia dejando a la tropa sin mandos).
Las oleadas rusas se repitieron continuamente, siendo frenadas lo buenamente que se pudo, hasta que los rusos consiguieron romper el frente y penetrar en la primera y segunda líneas defensivas españolas creándose rápidamente una tercera línea con los elementos dispersos que se encontraron que consiguieron frenar finalmente el ataque.
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Antonio Ponte Anido |
Muchos héroes españoles perdieron la vida en las primeras horas de combate en torno a Krasny Bor, pero hubo uno en especial que dejaría un recuerdo en la memoria de sus compañeros. Se trató de Antonio Ponte Anido, un voluntario falangista en zapadores de 20 años y originario de Galicia que estaba a punto de cumplir su servicio para ser devuelto a España, justo cuando se encontró en medio de la ofensiva de Krasny Bor. Sobre el sector que él defendía había un hospital de campaña repleto de heridos y un depósito de municiones más retrasado. Frente a aquel lugar apareció un tanque soviético KV-1 que con su cañón amenazó volar el polvorín y matar a todos los heridos. Sin dudarlo, Antonio Ponte cogió una de sus minas magnéticas y corrió hacia el tanque enemigo hasta situarse en su coraza. El problema con que se encontró fue que el carro estaba decorado de una pintura deslizante que impedía la adhesión de una mina magnética, por lo que Antonio Ponte a sabiendas de que iba a morir, activó el pulsador para salvar a sus compañeros. Inmediatamente su cuerpo saltó en pedazos y el tanque soviético fue destruido, sacrificio suicida que salvó la vida de los heridos en el hospital de campaña. Por su heroicidad fue premiado a título póstumo con la Cruz Laureada de San Fernando, la condecoración más alta del Ejército Español.
Después del fracasado asalto soviético, el frente sólo retrocede 3 km en algún sector, pero el cerco no se rompe. El ejército soviético no vuelve a enfrentarse directamente a las tropas españolas, limitándose a bombardeos aéreos o artilleros. El mando soviético ordenó a sus fuerzas pasar a la defensiva. El frente queda estabilizado por un año.
La batalla de Krasny Bor, con una encomiable resistencia de la División Azul, hizo fracasar la Operación Estrella Polar, una gran ofensiva que pretendía reproducir en Leningrado la batalla de Stalingrado, y cercar a todo el Grupo de Ejércitos alemán del norte. Se consiguieron tres de las ocho condecoraciones laureadas de la División Azul en la URSS.
Casi trescientos divisionarios fueron hechos prisioneros de guerra por el ejército soviético, y encarcelados en Gulags en Siberia, condenados a trabajos forzados. Fueron los últimos repatriados a España en 1954, y llegaron al puerto de Barcelona el 2 de abril de 1954 en el barco liberiano Semíramis.
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